Mirta Iwan Compiladora y autora
LA ESCUELA NO PUEDE SOLA . El trabajo Intersectorial como sostén
Prólogo: Jorge Schneidermann (Uruguay)
Coautores: Gustavo Galli, Diana Markwald, Andrea Posadas, María Julieta Papini
Mónica Mercadante, Carla Elena, Laura Maurig, Lila F. Gómez
Mariela Cerioni, Gabriela Paglia, Sandra Clark, Gerardo L. Averbuj
Maria Pía Isely, Victoria P. Hernández
Ricardo Vergara Ediciones, agosto 2022, 180 pag. ISBN: 978-987-8984-001
Introducción
El presente libro se nutre del aporte de diferentes miradas y ricas experiencias llevadas a cabo por los autores (psicopedagogos, psicólogos, psicoanalistas, sociólogos, psicólogos sociales y docentes) todos pertenecientes al campo de la salud y de la educación, comprometidos con el cuidado integral de nuestras infancias y adolescencias.
A la vuelta a clases presenciales, después de muchos meses de vivir con miedo a la enfermedad y a la muerte, dramáticas vivencias que nos han movilizado profundas angustias, nos encontramos enfrentados con nuevos desafíos. ¿Cómo generar expectativas de futuro en los estudiantes para despertar el deseo de seguir aprendiendo? ¿Cómo apoyar y acompañar a los jóvenes que llegan a la escuela secundaria, con sus derechos vulnerados y sus subjetividades en riesgo? ¿Cómo desarmar los modelos impuestos en los medios de comunicación, que les proponen a los jóvenes alcanzar el éxito sin esfuerzo y poder acceder de esa forma a los bienes de consumo? Sabemos que los adolescentes se están forjando una identidad que aún está en movimiento, construyéndose. Necesitan del acompañamiento de los adultos para autoafirmarse y no caer en sentimientos de desamparo, soledad y desesperanza. ¿Puede, la escuela sola, posibilitar estos espacios de contención y cuidados que los jóvenes necesitan para no sentirse en soledad y transitar esta etapa de cambios continuos debidos a su crisis vital?
Valoramos el rol fundamental de la escuela como institución donde las jóvenes generaciones pueden sociabilizar fuera del entorno familiar y salir a conocer y explorar el mundo que los rodea.
La Institución escolar está actualmente atravesada por los males sociales que en ella resuenan: consumo de drogas, violencia, patologización, inequidad.Varios autores buscamos en el Psicoanálisis la compresión de los hechos disruptivos que nos angustian y tomamos el uso de la palabra como herramienta que arropa, acompaña y transforma. Decimos, al mismo tiempo, que la escuela no puede sola cuando las Políticas Educativas no se brindan en las condiciones necesarias para que se torne efectivo el derecho a la Inclusión de todos los estudiantes. La sociedad deposita en la escuela el deber y la esperanza de construir futuro para las generaciones más jóvenes. Tal vez sea ésta la mas útil y necesaria de las tareas a cumplir. Así también, se le pide que genere procesos de inclusión, de igualdad y democratización respetando las diferencias.
Para poder alcanzar estas metas la escuela debe trabajar entramada con otras fuerzas vivas de la sociedad en la que se encuentra. La sociedad toda, en movimiento, tiene que asumir esta responsabilidad compartida entre muchos. Volver al trabajo con la comunidad, con las familias, con los centros de estudiantes, con los centros de jubilados, con los centros de profesionales, los clubes barriales y demás colectivos. De ese modo hablándonos y escuchándonos poder llegar a los acuerdos necesarios para definir la sociedad que nos imaginamos. No olviden que.…..” a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo.” John Keapling. “El Club de los Poetas Muertos”
Es necesario revisar y repensar nuestras viejas ideas para poder abordar desde el paradigma de la complejidad, las diferentes problemáticas que atraviesan las escuelas en la actualidad. En consonancia con el pensamiento de Edgar Morín ,podríamos decir que la escuela es producida por las interacciones entre los individuos que la constituyen. La sociedad misma como un todo organizado y organizador , retroactúa para producir a los individuos mediante la educación ,el lenguaje, la escuela.
Nos preguntamos: ¿Cómo puede la Escuela de hoy gestionar situaciones cada vez más complejas sin caer en lo desestructurante? “…..LA ATOMIZACIÓN DE NUESTRA SOCIEDAD REQUIERE NUEVAS SOLIDARIDADES ESPONTANEAMENTE VIVIDAS” nos dice con sus propias palabras y a modo de respuesta, Edgard Morín.(2020)
En este sentido, es preciso trabajar los lazos sociales con el fin de que la relación con el otro, tenga un valor en sí misma. Construír lazos solidarios es construir recursos. La Escuela tiene en ese sentido ,una capacidad transformadora ,posibilitando a través de sus prácticas sociopedagógicas una configuración grupal y comunitaria. Es de destacar la poderosa fuerza puesta en práctica por los docentes en Pandemia para seguir sosteniendo el lazo a través de los vínculos afectivos con su grupo áulico y la comunidad educativa.
El trabajo en red intersectorial y el armado de proyectos con otros, son las ideas que con más fuerza hemos planteado en este libro colectivo. El mundo actual es lo suficientemente cambiante, complejo y caótico como para suponer que la Escuela puede sola.
Prólogo Lic. Jorge Schneidermann
Si bien los orígenes de la escuela se remontan aproximadamente al año 4.000 antes de Cristo, más precisamente en Sumeria (región situada al sur de Mesopotamia), serían sin embargo los griegos quienes instituirían inicialmente el concepto de educación escolar asociado a la formación integral del individuo y, especialmente, como instancia socializadora preparatoria para su posterior inserción en la vida pública.
Desde el momento en que el frondoso árbol de la filosofía diera sus primeros frutos iluminando conciencias y esparciendo las semillas del logos a lo largo y ancho del mundo antiguo, la escuela ha
sido, intemporalmente, factor catalizador e impulsor de la evolución social y cultural de la comunidad humana.
Esta obra diligentemente compilada por la Lic. Mirta Iwan, quien generosamente me confiriera el honor de prologarla, congrega a un nutrido y connotado grupo de profesionales provenientes de distintos bastiones del quehacer psicoanalítico, psicopedagógico, sociológico y educativo, comprometidamente abocados a la articulación de ideas y delineación de proyectos focalizados en los desafíos que la actual coyuntura socio-histórica plantea a la institución escolar.
En efecto, nos invitan a navegar por los cauces de la interdisciplinariedad en estrecha sintonía con el concepto de Epistemología Convergente acuñado por Enrique Pichón-Rivière, proponente de la interacción disciplinar como marco operativo facilitador de una comprensión pluridimensional del hombre y su circunstancia vital.
Algunos aspectos contextuales
Subsumidos en un complejo proceso transformacional singularizado por el exponencial desarrollo tecnológico y su revulsivo efecto en la vida cotidiana, súbitamente un deletéreo virus nos compelió a repensarnos desde nuestra vulnerable condición de seres en situación expuestos a los avatares de un desconcertante y cuasi distópico cruce de caminos.
Devinimos en involuntarios pasajeros de un tiempo atravesado por las angustias e incertezas derivadas de una pertinaz pandemia, cuyas desestabilizadoras consecuencias en la esfera socio-afectiva y en el área educacional resultan más que ostensibles.
Reconfigurando encuadres didácticos en todos los niveles del espectro educativo, avanzamos hacia el futuro a ritmo de vértigo, sabedores de la necesidad de asumir y procesar los cambios epocales precipitantes de la obsolescencia de los dispositivos epistémicos y los modelos de enseñanza hegemónicamente vigentes a lo largo de la pasada centuria.
El exponencial desarrollo de la telemática, la inteligencia artificial y las plataformas digitales posibilitadoras del teletrabajo y la educación a distancia, nos ayuda a pensar una escuela de puertas más abiertas a la comunidad y al mundo, sin que ello implique extenderle a la tecnología un cheque en blanco, ni mucho menos soslayar los recurrentes perjuicios sobrevinientes de un uso desmesurado o adictivo de la misma por parte de los educandos.
Una mirada retrospectiva sobre la escuela y sus soledades en el des-concierto global.Este tercer volumen pone en textos la idoneidad y el bagaje experiencial de expertos avalados por la sensibilidad y la responsabilidad social con que cotidianamente asumen su labor clínica y docente desde, a través y más allá de las aulas y los consultorios.
Como suele ocurrir con las artes y demás expresiones de la cultura, la escuela contribuye febrilmente a la consolidación de sociedades más justas e inclusivas, fundamentalmente merced a la fecunda entrega de quienes abrazan amorosamente la encomiable tarea de cuidar, escuchar y enseñar a pensar al aprendiente.
A través de la espiral de los tiempos, durante la sombría noche inquisitorial medieval o bajo la égida de regímenes liberticidas y genocidas, maestros, artistas e intelectuales cerraron filas incondicionalmente en defensa del inalienable derecho de cada individuo al ejercicio del librepensamiento. Basta retrotraernos a nuestro pasado más reciente y recordar las infundadas persecuciones sufridas por docentes, estudiantes y trabajadores de la cultura dispuestos a oponer pacífica resistencia a las arbitrariedades de los mandamases de turno y sus esbirros.
Cómo olvidar al pedagogo y pediatra polaco Janusz Korczak marchando junto a los niños del orfelinato del gueto de Varsovia rumbo a la muerte, renunciando a toda prerrogativa que le exonerase de correr su mismo destino. Digna manera de honrar la vida y la profesión, en tanto en Alemania se procedía a la instrumentalización de los colegios como ámbito donde insuflar en las mentes de niños y jóvenes dogmas e ideas forjadas en la fragua del odio. Para colmo de males, quemando libros, clausurando escuelas y legitimando la cómplice y mezquina aquiescencia de un mundo enfermo de indiferencia.
En aras de promover la producción intelectual e incentivar la integración de los pueblos en tiempos signados por la proliferación de gobiernos totalitarios, la Liga de las Naciones (entidad predecesora de las Naciones Unidas) propició en 1932 un sustancioso diálogo epistolar entre Sigmund Freud y Albert Einstein a propósito de los factores que, a su leal saber y entender, desencadenaban dicho estado de situación.
Consultado por el ilustre físico acerca de la manera de sofrenar las escaladas de violencia que cíclicamente tiñeron de sangre los senderos de la historia, el creador del psicoanálisis haría especial hincapié en el valor de la educación y la cultivación del intelecto como potenciales factores neutralizadores de la contumaz tendencia del hombre a avasallar a su prójimo y tropezar, una y otra vez, con la piedra de la intolerancia.
Años después, sobre los escombros de una Europa fragmentada, emocionalmente destruida y económicamente arruinada, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial el planeta se aprestaría a iniciar un arduo proceso de reconstrucción, jalonado en octubre de 1945 por la creación de las Naciones Unidas. Sin mayores dilaciones, la UNESCO establecería taxativamente en su Carta Fundacional la intención de estimular la armoniosa convivencia entre los pueblos mediante la incentivación de la educación, la ciencia y la cultura. Siguiendo esa misma línea, en diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos reivindicaría -a modo de imperativo categórico- el inalienable derecho a la vida, a la libre expresión de las ideas, al trabajo, a un tratamiento igualitario ante la ley, al amparo social y a la educación…
Transcurridas más de siete décadas, y mientras el mundo continúa desangrándose en guerras fratricidas, la insaciable voracidad de poder de algunos y la displicencia de otros no hacen más que atizar las llamas de la discordia y acrecentar la deriva ética imperante en este discepoliano cambalache global.
Paradójicamente, mientras la mitad del planeta se debate entre el hambre y la desnutrición, la otra mitad poco se preocupa y apenas se ocupa del sostenido incremento que han registrado los índices de sobrepeso y obesidad desde hace décadas, afectando indistintamente a niños y adultos.
En tanto el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) sólo se limita a apercibir tibiamente a los estados y corporaciones responsables de la indiscriminada tala de árboles, la inescrupulosa utilización de agro-tóxicos y la contaminación de ríos, mares y océanos, son relativamente pocas las voces que se elevan en salvaguarda del aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que ingerimos. La calidad de vida de las generaciones venideras dependerá absolutamente de cuan consecuentes seamos con el cuidado del medioambiente.
Todos nos hallamos a bordo de la misma nave.
Usualmente enfrascados en discusiones bizantinas, quienes mueven discrecionalmente las piezas del ajedrez geopolítico se muestran cada vez más indolentes ante el triste destino que corren millones de migrantes, muchos de ellos niños y adolescentes, expuestos a las vicisitudes del desarraigo, la culturación y las carencias propias de una vida sin escuelas.
Como significantes epocales consustanciales a la decadencia axiológica de esta crisis civilizatoria, la versión hacia el pobre (aporofobia), el rechazo al extranjero (xenofobia) y el hostigamiento escolar (bullying), prosiguen permeando fronteras y colonizando virulentamente a la sociedad global.
Sintomáticamente, son cada vez más frecuentes los casos de depresión y/o suicidio infantil y adolescente, así como la perpetración de atentados retaliatoriamente ejecutados en distintos puntos del orbe por jóvenes sistemáticamente acosados por grupos de pares.
Huelga decir que contra la naturalización de las violencias, la generalizada ausencia de consciencia ecológica y alimentaria, el individualismo y la peregrina idea de que la felicidad es un camino que nos conduce hacia las puertas de un shopping… la escuela tampoco puede sola.
Algunas consideraciones finales
En sintagmática relación con los objetivos trazados en El Mal-estar en las Escuelas (Violencia- Patologización-Bullying) y en Conflictos y vulneración de derechos en el escenario escolar. Acciones de prevención (tomos 1 y 2 de la colección Repensando escuelas -Dirección Mirta Iwan – Ricardo Vergara Ediciones), La Escuela no puede sola nos aporta, sin ambages ni medias tintas, una mirada profunda, esclarecedora y prospectiva respecto a las marchas y contramarchas, sentidos y contrasentidos, certezas y orfandades que definen el aquí y el ahora institucional escolar. Nos demuestra irrefutablemente que restringir los objetivos de la escuela a la mera transmisión de conocimiento, implica soslayar irresponsablemente la función social que por imperio de la realidad hoy le cabe asumir.
Un amplio abanico de ideas se despliega ante el lector al recorrer cada una de las páginas de este libro. Llanamente nos conmina a resignificar roles, revertir y prevenir la deserción escolar, deconstruir esquemas disfuncionales, derribar mitos y propender al involucramiento de la familia, todo ello en el ámbito de un impostergable proceso refundacional.
¿Acaso nuestros centros formativos se hallan en condiciones de responder asertivamente a los grandes desafíos que les aguardarán al otro lado de la pandemia, sin proceder previamente a la remoción de estructuras organizacionales y programáticas comprobadamente perimidas?
¿Es posible imaginar cambios sustantivos en nuestros sistemas de enseñanza prescindiendo de políticas de Estado garantizadoras de los recursos indispensables para sostener estándares de gestión adecuados a las exigencias de una nueva era?
Seguramente no.
Las naciones que alcanzan los niveles más elevados de desarrollo humano son aquellas que apuestan primordialmente a la educación, jerarquizando la labor docente y, por ende, justipreciando su inestimable aporte a la comunidad.
En consecuencia, urge desde ya explorar nuevos caminos, sellar brechas, restañar heridas, tender puentes desde la escuela hacia el corazón de la sociedad y direccionar sinérgica y estratégicamente una acción transformadora reivindicadora del encuentro intersectorial como herramienta vital para asumir los grandes retos que habrán de plantearnos los tiempos por venir.
No dejemos a la escuela sola.
Montevideo, agosto de 2022.